28 julio

Un paseo por Medellín


A las 5 de la mañana suena el despertador con la esperanza de ver el amanecer desde el morro de la montaña. Lo que no sabía es lo costosa que es de subir y más sin desayunar. Mientras subimos disfrutamos de las vistas de un Medellín madrugador. Al llegar a la cima nos tomamos un salpicón bien rico que nos aportó las energías suficientes para bajar.




A las 10 vamos al pueblo Paisa con Yosman (que gran guía). Una pequeña réplica del típico pueblo Colombiano, recordándonos el pueblo de Jardín que visitamos días atrás, acabando la visita observando las maravillosas vistas que ofrece.






No pudimos evitar tomarnos otro jugo de frutas antes de entrar al museo de Botero. Allí nos embriagamos de las obras del autor de su semejanza entre ellas.




Sin darnos cuenta ya era hora de almorzar, cosa que hicimos rápido para poder recibir a las 14.00 en punto a los niños apadrinados y a sus familias en la parroquia con padre Yuba.





El primer encuentro fue emocionante, ya que Manel y Tina pudieron conocer unos de los niños apadrinados de sus respectivas escuelas en España (Begues y Molins de Rei).





En la presentación me sorprendió lo humildes, retraídos y agradecidos que se mostraban los familiares de los pequeños. No pude evitar emocionarme cuando uno de ellos nos contó como había ido su vida hasta ahora, cómo sacaba adelante a sus 5 hijos él solo después de tantísimos problemas. Sobre todo me sorprendió la frialdad y normalidad en que contaba tanto sufrimiento. Él mismo nos invitó a visitar su barrio donde se construyó una ermita humilde donde se reúnen todos los vecinos.





Una vez en el barrio me pude hacer completamente a la idea de la pobreza y situación social tan desfavorecida del mismo. al entrar a su casa pude sentir la penuria que había  pasado esa familia, que en ningún momento nos mostró cara de tristeza, es más, mostraban sus pertenencias orgullosos, con entusiasmo y contando los planes de futuro de cada uno de sus hijos, las ganas de ayudar en la mejoría del barrio y agradeciendo cada dos minutos la ayuda de manyanet solidario.



Después de este choque emocional en cada uno de nosotros, los Padres nos quisieron mostrar el otro lado de la cara de Medellín; a tan solo unos 5 minutos en coche, se encuentran varias zonas residenciales donde se palpaba la buena situación económica de los vecinos.

Sin dudarlo un día muy intenso, recordando cada sensación, cada imagen, cada olor, cada historia... que quedara grabada en mi interior para siempre, pero sobre todo quedándome con el positivismo, la fuerza y entusiasmo que desprendía ese padre de familia.

Empiezan las ganas, expectativas e incertidumbre de lo que nos deparará la experiencia en Santiago de Putumayo.

Atentamente
Elena Cots

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