7 agosto

Nuevas casitas en el barrio.

Ya adaptados a la lluvia hibernal del Putumayo, el día amanece como de costumbre. Una mezcla de agua, niebla y frio cubría el valle y si no fuera por el trabajo y actividades que teníamos que realizar, mi compañero de habitación Gonzalo, nuestra mascota (un murciélago que nos acompaña des del primer día en nuestro descanso), y un servidor nos habríamos quedado en la cama escuchando el sonido de las frías y relajantes goteras en su trayecto del techo a alguna parte de nuestro cuerpo.
Hoy la rutina en Santiago es diferente. Después del desayuno nos dirigimos a un acto muy importante y significativo para el pueblo y sus habitantes, ya que dos familias se suman al vecindario de San José Manyanet de Santiago. Sin demorarnos ni un minuto cargamos la furgoneta de la parroquia con todo lo necesario para la celebración de la eucaristía y descargamos delante de una de las dos nuevas casitas que se iban a bendecir ese día mañana. Fue difícil maniobrar con los diferentes utensilios por ese terreno fangoso y mojado, sobre todo por la cantidad de amigos, vecinos y familiares que abarrotaban la calle.





Las dos bendiciones a cargo de los tres padres presentes, P. Justo, P. Emili y P. Wilson, terminaron con la entrega de las llaves de las casas a las familias que las van a disfrutar. Fueron dos ceremonias muy emotivas debido a la necesidad de estas dos familias de disponer de una vivienda digna y poder así mejorar su precaria calidad de vida.








Al finalizar las dos inauguraciones los vecinos del barrio San José Manyanet de Santiago nos ofrecieron un delicioso almuerzo a base de sancocho y trucha, en una de las 22 casitas que la ONG Manyanet Solidari ha edificado en el barrio a lo largo de los últimos años para familias sin recursos económicos y en riesgo de exclusión social.


Por la tarde seguimos con los talleres y el campeonato de futbol. Por fin los cooperantes pudimos realizar los diferentes talleres, de resultado distinto por lo que representa a la elaboración de rosarios y chaquiras, ya que los chicos del grupo son más dados a este tipo de manualidades.


Al atardecer el grupo de cooperantes encabezado por el P. Justo nos dirigimos al teatro parroquial dónde la alcaldía del municipio de Santiago de Putumayo nos tenía preparada una velada de agradecimiento, todo aprovechando el día de la fiesta nacional del 7 de Agosto.
Hubo de todo, honores a la bandera, danzas tradicionales, poesía, magia, baile y música en directo a cargo de la banda municipal. Una informal velada con la presencia del alcalde que amenizó un lluvioso atardecer y que nos unió aún más con el pueblo, gente, costumbres y cultura putumayense, y además nos recargo las pilas para seguir trabajando estos últimos días en este hermoso y significativo proyecto de Manyanet Solidari que desarrollamos en Colombia.   







Ya de madrugada con los pijamas y zapatillas encima los chicos del grupo no tuvieron mejor idea que salir de la habitación y cerrar la puerta con las llaves dentro. La situación resultante de esta acción fue que los cooperantes no podíamos entrar ni salir del edificio, y Gonzalo y yo ya estábamos buscando una esquinita para pasar la noche. Acto seguido el grupo se reunió de urgencia en las inmediaciones de la habitación, en un pasillo estrecho y oscuro ideal para concentrarse en noches frías y lluviosas como esa. Después de un caluroso y largo diálogo se decidió romper el cristal de la habitación más próximo a la puerta, y así con la ayuda de una cuerda intentar abrir el cerrojo. Después de varios intentos fallidos de romper el cristal con un palo de acero escogimos una piedra para reventar el cristal. Un golpe y roto. Resultado, trozos de cristales rotos por todos lados y especialmente sobre mi cama, que tuvo que ser remplazada. La maniobra posterior para abrir el cerrojo fue más sencilla aprovechando la envergadura de nuestro cooperante Gonzalo.


Atentamente. Manel Parra

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