29 julio

Un día por las nubes

Tras un largo viaje a través del Atlántico llegué a Medellín donde los Padres Emilio y Yosman me esperaban para llevarme al seminario donde está el resto del grupo de cooperantes. El recibimiento ha sido por la mañana ya que todos estábamos muy cansados.




A parte de por mi llegada hoy es un gran día ya que todo el grupo reunido empezamos nuestra aventura en Santiago de Putumayo, o eso pensábamos.
Todo empieza a las 8:00 cuando Olga nos lleva en una gran furgoneta al aeropuerto de Medellín para coger un avión que nos llevará a Bogotá. En el aeropuerto nos hacemos la primera foto de grupo.




Ya en el aeropuerto yo empiezo mi cuarto día seguido en un aeropuerto, pero feliz porque empezábamos un viaje que llevaba esperando bastante tiempo. Facturamos las ocho maletas con la esperanza que lleguen a Pasto y nos dirigimos a Bogotá. En el vuelo intento terminar de ver la película "Vamos pal mundial" pero mi intento se ve frustrado al colgarse mi pantalla. Una vez en El Dorado (Bogotá) tenemos tiempo para comer en una creperie.Yo no quise innovar mucho aunque me cogí una crepe bolognesa. Cogemos el avión que nos llevará a Pasto, donde nos espera el Padre Justo.




Ya nos habían avisado que el aeropuerto de Pasto es algo complicado por las ráfagas de viento que hay en la zona sin embargo, cuando estábamos arriba y el avión empezó a moverse nos pusimos nerviosos. Unos más que otros pero todos. Cerca de Pasto hay una zona de turbulencia tan fuerte que al avión le resulta muy difícil atravesar para poder aterrizar con normalidad. Tras varias vueltas por la zona alta de Pasto, el piloto intenta dos veces atravesar la zona de turbulencia, pero no lo consigue. Por lo tanto, decide ir a Cali a aterrizar y esperar a que amaine el viento.


En ese momento la tensión acumulada se soltó. Esperamos dos horas en las que no podíamos bajar del avión pero aprovecho para enseñar parte de mis trucos de magia y así soltar algo de tensión. Al rato se decide que los vuelos a Pasto se posponen a mañana y volvemos a Bogotá para pasar la noche en un hotel organizado por Avianca.  El hotel es alucinante y me quedo impresionado del tamaño de la habitación.





 El Padre Emilio nos dice que así podremos visitar el colegio de Bogotá mañana y veremos el gran contraste entre un hotel de cuatro estrellas y un pueblo de gente con escasez de recursos en Putumayo. Nos vamos pronto a la cama y yo me preparo para mi quinto día seguido en un aeropuerto.

Gonzalo Castaño Rodríguez

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